Buscando una identidad cultural de la Republica al Porfiriato

Las novelas tenían implícita crítica social, situándola en un plano de actualidad y de interés próximo y activo en la discusión de los asuntos políticos de la época. Después de la publicación de El Renacimiento, Altamirano fue nombrado cónsul general en España, y para despedirlo los miembros del Liceo Mexicano organizaron una velada literaria y entre las contribuciones estuvo la de Manuel Gutiérrez Nájera, quien se describía a sí mismo como un “soldado raso” que presenta armas a su general, reconociendo a Altamirano como uno de los iniciadores de la siguiente etapa.
Desde 1876 el cubano José Martí, que entonces residía en México, y Manuel Gutiérrez Nájera, comenzaron a manifestar en sus versos y crónicas, artículos periodísticos. Martí publica en México crónicas de arte y literatura y después en Nueva York Ismaelillo y Versos libres, que muestran un retorno a la autenticidad humana.
En la revista La Juventud Literaria, se muestra el desprendimiento de la nueva generación, al lado de Altamirano y sus discípulos, aparecen escritores jóvenes que lograron una revolución literaria, entre ellos: Luis G. Urbina, Jesús E. Valenzuela, Manuel Gutiérrez Nájera, Manuel Puga y Acal, Salvador Díaz Mirón, Federico Gamboa, Carlos Díaz Dufoo, Manuel José Othón. Aquí es donde se ve el deseo de los jóvenes de emprender el modernismo.
Al mismo tiempo, en Hispanoamérica ocurrían cambios semejantes y es allí donde un joven Nicaragüense, Rubén Darío, publica una colección de poemas y cuentos con un título muy sugestivo, Azul. Igualmente en La Habana y en Bogotá se difunden poemas de Julián del Casal y de José Asunción Silva. Este primer impulso modernista encuentra expresión en la Revista Azul, que se imprimió 3 años y fue apoyada por Gutiérrez Nájera hasta su muerte.
En 1898, movida por el impuso de romper grilletes comenzó a publicarse la Revista Moderna, mientras tanto se imponía el impresionismo en pintura, los dibujos de Ruelas y la música del grupo de los seis. En esta revista participaban, igualmente, escritores hispanoamericanos y mexicanos además de pintores, escultores, dibujantes y músicos.
Para los escritores, el modernismo fue como poseer al mundo, y al mismo tiempo, una toma de conciencia de su tiempo y de su realidad americana. Sentían como si en el mundo había surgido una ola revolucionaria se renovación con una intensa búsqueda de creaciones estéticas más radicales e intensas.
La vida cultural de México era muy diversa en la época de Independencia y de los primeros años de autonomía. Con el apoyo y esfuerzo de personalidades se logó la formación de la nacionalidad cultural, se crearon instituciones, corporaciones e instrumentos adecuados a las necesidades de la época y en los últimos años del siglo México participó en el impulso de renovación que movía al mundo.
Había muchos lugares para divertirse, La Opera con Adelina Patti y el tenor Tamango, funciones teatrales con Virginia Fábregas; los espectáculos frívolos con Lilly Clay su grupo de bailarinas jóvenes Descocadas; las tantas del Principal; los combates de flores en el paseo de la Reforma, las exposiciones anuales de plantas y flores en San Ángel; las carreras de bicicleta; el Ballet; los suntuosos bailes en el Palacio, las embajadas y los palacetes. Lo que casi no se permitían eran las corridas de todos.
Los escritores sentían que trabajaban por una cultura nacional y eso tuvo un notable resurgimiento intelectual en el periodo de 1867 a 1889, además de la proliferación de las revistas literarias, se advirtió también en la formación de asociaciones, llegando en esos años hasta 124. En la última década prácticamente desaparecen cuando funcionan las escuelas superiores. Para 1894 funcionaban en México: 16 preparatorias, 19 de jurisprudencia, 9 de medicina, 8 de ingeniería, una de minería, otra de estudios militares y otra de navales; 2 escuelas de agricultura, 2 de comercio, 7 de artes y oficios, 4 conservatorios de música, una escuela para ciegos y otra para sordomudos, y varias normales para maestros de primaria.
En 1890 se dio el primer Congreso Nacional de Instrucción Pública, donde se ampliaba la educación estatal obligatoria en todo el país. Justo Sierra domino el panorama de la educación a finales de siglo y comenzó su carrera administrativa como organizador del sistema educativo dirigido por el Estado lo que culminó con la fundación de la Universidad Nacional, que reunía escuelas superiores y la preparatoria que ya funcionaban en la capital.
Pero la educación oficial fue burguesa, a la medida de los citadinos de la clase media y aun alta. En 1900 las escuelas primarias oficiales sumaban ya 12mil y un total de alumnos de 700 mil. En 1902 funcionaban a la manera de la Escuela Nacional Preparatoria otras 33 en los estados. Desde 1881 se puso de moda hacer escuelas normales y a las escuelas profesionales se les agregó la homeopatía.
La cultura superior era más burguesa, se mantuvo en las ciudades mayores y en la alta sociedad, ya que la mitad de los individuos con profesión universitaria habitaban en la ciudad de México, Guadalajara, Puebla y Mérida. De 2,626 médicos una quinta parte profesaba en la capital.
Para 1903 el número de bibliotecas era de 150, y ninguna se comparaba a la Biblioteca Nacional. De 45 sociedades científicas registradas en 1893, 19 eran de la capital. En cuanto a periódicos, de los 543 de 1900, 126 se publicaban en la ciudad de México, pero aunque eran muchos muy pocos lo leían, esta sociedad estaba muy lejos de la cultura escrita, ya que solo el 18 por ciento de los mayores de diez años podían leer.
La prensa periódica atrajo la antipatía gubernamental y cada 18 de julio, el director y algunos redactores de El Tiempo, entraban a la cárcel por los artículos publicados contra Juárez. Filomeno Mata estuvo más de 30 veces en el bote y Daniel Cabrera, el director del Hijo del Ahuizotle también conoció cárceles y multas. Podo después de su aparición fueron suprimidos por rebeldes El Demócrata y La República y El Siglo XIX y El Monitor Republicano desaparecen en 1889. Reyes Espíndola funda en ese año El Imparcial, quien marca la división entre la prensa artesanal y la industrial.
Bibliografía.
Díaz Zermeño Héctor
México, Del Triunfo de la República al Porfiriato
1995, UNAM, México
385 págs.
Medina Peña, Luis.
Hacia un Nuevo Estado. México 1920
1994. México, FCE, 2006,
pp. 19, 3
Comentarios
Publicar un comentario