Plaza de las tres culturas, análisis de su hipertextualidad


El espacio arquitectónico tiene una doble vida semiótica, por un lado modela el universo, y por otra es modelado por él. Los textos arquitectónicos tienen una hiperestructuralidad. Es decir, su significación se basa en el orden simbólico y cultural  de las estructuras aledañas.   La cultura o el texto, como le llama Lotman, se forman históricamente. La tradición ya tiene normas y sobre ella se desarrolla la actividad semiótica de las nuevas formas estructurales, es así como en el perceptor puede encontrar el pasado y presente al mismo tiempo. Las épocas culturales pretéritas no desaparecen sin dejar huella, si no quedan en la memoria de la cultura, en la arquitectura los edificios viejos son demolidos o son reestructurados por completo  pero nunca se pierden su esencia cultural. 

Lotman nos habla del ensembre histórico, un dialogo entre las diferentes estructuras de diferentes épocas, existe un dialogo entre el contexto histórico y el texto cultural contemporáneo. Pero en éste  entran el choque, el conflicto, el intercambio e intersección de las distintas culturas (textos) de la arquitectura. Como muestra tenemos la plaza de las Tres culturas en Tlatelolco. Del lado izquierdo tenemos el Templo Mayor de Tlatelolco, con su Altar Tzompanti Norte que data del siglo XIII. Después el Templo de Santiago Apóstol del 1609, construido por Torquemada, Ex Colegio de San Juan Buenaventura y la ciudad habitacional Nonoalco-Tlatelolco construida en 1964 al 1966. Cada uno creado sintácticamente, semióticamente y pragmáticamente con su propio texto. 
Pero la arquitectura no es sólo cuestión de diseño y construcción,  ya que se haya ligada semióticamente a todos los símbolos culturales que le rodean, a la vida cotidiana, religiosa, mitológica y ritual, cada uno con  su fondo, forma y pragmatismo. El altar Tzompantli tiene en su memoria simbólica la decapitación de sus sacrificios humanos y la conservación de las cabezas sanguinolentas sacrificadas para honrar dioses. 
El primer conflicto e intersección entre distintos textos o culturas vino después de la conquistaLos misioneros fundaron sobre el templo el convento de Santiago Apóstol, y el Colegio Imperial de la Santa Cruz para los hijos de la nobleza indígena, pero debido a las inundaciones, epidemias y falta de recursos se clausuro a finales del siglo XVIII. Como vemos cada uno vivió sus propios signos semióticos que lo simbolizaron, cada uno su propia sangre religiosa, el de Tzompantli sangre de sacrificio y el otro sangre de Cristo.  
Mucho después llego el simbolismo del México moderno,  ya que en 1964 se construyó junto, una de las propuestas urbanísticas que albergaría a más de 1000 habitantes por hectárea.  Cuatro años después la vivencia simbólica de esas tresformas que ya estaban depositadas en la memoria de la cultura cambiarían para codificarse de nuevo. El 2 de octubre de 1968 hubo una represión militar matando, a centenares según la memoria cultural de la gente, decenas según la memoria cultural del gobierno. Redecodificandose de nuevo con el temblor del 1985 y la caída de edificio Nuevo León. Ellos ya no viven solamente el contexto donde fueron edificados, viven juntos su hiperestructuralidad, su historia,  en las memorias colectivas y culturales. Pienso, que su simbolismo no se detiene sino se reedifica en la memoria cultural, con el paso de los hechos. 

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