BANCO MUNDIAL FMI Y TLC
El Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional son las organizaciones financieras que a través de los programas de ajuste estructural, cuentan con mas instrumentos para presionar a los países en desarrollo para que se liberalicen en términos comerciales. Tal liberación es una de las principales condiciones para conseguir apoyo financiero en casos de quiebra económica, la reducción de la deuda externa y el flujo de inversiones productivas.
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A partir de 1973, los ingresos en divisas de México crecieron rápidamente gracias a la triplicación del precio del petróleo. Este aumento de ingresos tendría que haber puesto al país al abrigo de la necesidad de endeudamiento. Pero el volumen de los préstamos del Banco Mundial a México experimentó un gran aumento: se multiplicó por cuatro entre 1973 y 1981, y el país se endeudó también con bancos privados, con el aval del Banco Mundial. El volumen de estos préstamos se multiplicó por seis en el mismo período, dominando ampliamente los bancos estadounidenses, seguidos por los bancos británicos, japoneses, alemanes, franceses, canadienses y suizos, en ese orden. Cuando estalló la crisis, en 1982, se contabilizaba 550 bancos privados acreedores de México. Para el Banco Mundial, la clave era conservar la influencia sobre el gobierno mexicano. Mientras la situación de las finanzas públicas, entre 1974 y 1976, se deterioraba gravemente y las señales de alerta se encendían, el Banco Mundial empujaba a México a seguir endeudándose.
En cuanto algunos países del tercer mundo estaban profundizando su industrialización y construyendo su infraestructura con el apoyo de préstamos del FMI y el Banco Mundial, las reglas cambiaron. Los monetaristas comenzaron a dominar y presionaron por mayor austeridad y por programas de ajuste estructural. Durante los años 80, esa influencia daba pié a recesiones impuestas en las economías del centro y también en el tercer mundo, especialmente después de la crisis de la deuda entre 1982-1983. El FMI usaba la crisis de la deuda como palanca para empujar a los países a adoptar las políticas neoliberales. Los tres pilares básicos de este modelo son la liberalización del comercio, la desregulación financiera y las privatizaciones de las empresas públicas y la flexibilización del trabajo constituye un cuarto pilar
En 1981, el Banco Mundial concedió a México un préstamo de 1.100 millones de dólares (a otorgar en varios años): era de lejos el préstamo más grande que el Banco concedía desde 1946. A principios de 1982, el Banco Mundial afirmaba que el crecimiento anual del producto interior bruto mexicano, entre 1983 y 1985, llegaría al 8,1 %. En 1981 el panorama internacional cambió abruptamente: los precios del petróleo se desplomaron y las tasas de interés se incrementaron. En 1982, el presidente López Portillo, antes de terminar su administración suspendió los pagos de la deuda externa, devaluó el peso mexicano y nacionalizó el sistema bancario junto con otras industrias afectadas por la crisis.
El presidente de la Madrid fue el primero en implementar una serie de reformas de carácter neoliberal. Después de la crisis de 1982 pocas organizaciones internacionales estaban dispuestas a conceder préstamos a México, de modo que para mantener el balance de cuenta corriente ajustado, el gobierno recurrió a continuas devaluaciones, lo cual produjo altos índices de inflación, que llegaron hasta el 159,7% anual en 1987. Algunos efectos de las políticas de su administración fueron un incremento en el déficit público y el crédito interno.
El primer paso hacia la liberalización del comercio fue la admisión de México al GATT en 1986. Durante la administración del presidente Salinas, la mayoría de las empresas nacionalizadas fueron privatizadas con la notable excepción de la industria petrolera y energética. En 1992 se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre los Estados Unidos, Canadá y México, el cual entró en vigor el 1 de enero de 1994. Salinas también introdujo controles de incrementos de precio estrictos y negoció aumentos salariales muy pequeños, con el fin de reducir la inflación. Aunque la estrategia sí redujo la inflación a un solo dígito, el crecimiento económico anual tan sólo promedió 2,8% y la desigualdad del ingreso se incrementó.
El TLC se constituyó según el modelo del Tratado de Libre Comercio Estadounidense-canadiense, en vigor desde 1989, por el cual fueron eliminados o reducidos muchos de los aranceles existentes entre ambos países. Tras varios años de debate, el TLC fue aprobado en 1993 por las respectivas asambleas legislativas de Canadá, México y Estados Unidos. Exigía la inmediata supresión de los aranceles que gravaban la mitad de las mercancías estadounidenses exportadas a México. En nuestro país, las objeciones se referían tanto a la posible pérdida de soberanía económica como al temor de que el acuerdo reforzara la posición del hegemónico Partido Revolucionario Institucional (PRI). A pesar de todo, el acuerdo fue finalmente ratificado en el mes de noviembre.
Posteriormente, con una política de tasa de cambio fija, el peso se sobrevaloró a la vez que el consumo aumentó rápidamente, provocando un déficit en la cuenta corriente del 7% del PIB en 1994. El levantamiento armado en Chiapas, el asesinato del candidato presidencial del partido oficialista, así como del procurador de justicia encargado del caso, mandaron señales negativas a los inversores, los cuales vendieron rápidamente los tesobonos vaciando las reservas del Banco Central, y la inversión en cartera, que representaba el 90% de los flujos totales de inversión, salió del país tan rápido como había entrado. El peso se devaluó rápidamente, y el país entró en recesión en 1995.
Creo que si analizamos los programas de acción aplicados por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en México, concluirá que el proceso que lleva al Tratado de Libre Comercio, así como a la privatización y venta a extranjeros de la reserva mineral, la banca y partes sustanciales de la industria petroquímica y petrolera, arrancó con la firma de la Carta de Intención firmada con el FMI en 1982. La política de inversión extranjera y de comercio exterior, así como la desnacionalización y desincorporación de empresas públicas, no han sido procesos que respondan a criterios sino a las necesidades temporales, expresadas por medio de "sugerencias" hechas con gran fuerza persuasiva por medio del FMI y el BM. La apertura comercial instaurada durante el gobierno De La Madrid se realizó dentro de la condicionalidad acreedora del país.
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