CONVENIOS QUE RIGIERON AL SISTEMA COMERCIAL INTERNACIONAL DE TELECOMUNICACIONES A TRAVES DE SATELITES

La era espacial inició el 4 de octubre de 1957, cuando la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite artificial del mundo. El gobierno estadunidense, bajo la administración Kennedy, moldeaba el futuro de las comunicaciones satelitales mediante la Ley de Comunicaciones Satelitales de 1962, que propició la creación de una compañía privada que más tarde se llamaría Comsat, creada en 1963, y cuya carta constitutiva propondría a la brevedad la creación de un sistema mundial de comunicaciones de satélites. 
Según la Asamblea General de Naciones Unidas, cuyo fin fue regir a los satélites lanzados al espacio aéreo y exterior por el hombre, deben ser de acceso de todos los países del orbe y sobre bases que eliminen cualquier discriminación. Es por ello que se creo en la comunidad internacional un sistema jurídico que regulase este campo. 
Para fiscalizar las operaciones se diseño una Comisión Provisional de Telecomunicaciones con un representante de cada uno de los países firmantes.Pero el único organismo que estaba en posibilidades de desarrollar con eficiencia el programa era el COMSAT, Corporación de Satélites de Comunicaciones, constituida en Estados Unidos logró insertar en el convenio que decía que INTELSAT, organismo mundial, deposita la administración del programa en manos del COMSAT. 
En 1968, México entró a la era satelital, y millones de televidentes presenciaron las Olimpiadas que se celebraban en nuestro país. Lo anterior, fue posible a través del satélite ATS-3 -propiedad de la NASA y rentado por INTELSAT (organismo público internacional del que México es miembro) y los entonces responsables de las telecomunicaciones en el territorio nacional: la Red Federal de Microondas, la Estación Terrestre para Comunicaciones Espaciales de Tulancingo (que sigue funcionando para enlaces con Europa) y la Torre Central de Telecomunicaciones de la Ciudad de México.
Según los acuerdos, la organización estaría dirigida por un Comité de Gobierno, llamado Comité Interno de Comunicaciones Satelitales (ICSC). La votación quedo determinada por la cantidad de tráfico internacional de telecomunicaciones que generara un país. Para obtener un lugar en el ICSC, una nación necesitaba por lo menos una participación del 1.5%.Este método  le dio a Estados Unidos una participación del 61% en la organización; a Europa Occidental, del 30.5%; y a Canadá, Japón y Australia, del 8.5%. Los acuerdos permitieron que las naciones en desarrollo se unieran, sólo que su cuota acumulada no debía exceder del 17%. Bajo estos acuerdos la participación estadunidense nunca bajaría del 50.63%, además de que tendría un completo poder de veto en todas las acciones que decidiera el comité. Además Comsat, el representante de Estados Unidos en Intelsat, quedaba como administrador del consorcio.
Sin embargo, el papel de Comsat en Intelsat ha sido una constante lucha por parte de otras naciones para disminuir el dominio estadunidense en la organización. De 1964 a 1973 Comsat empezó con una participación del 61%; para 1973 ya había descendido al 50%. Durante los primeros años de existencia de Intelsat la amenaza europea para competir con éxito estaba hecha a un lado; pero en 1977 se creo  Eutelsat como acuerdo provisional. Uno de los principales problemas que tuvo que enfrentar Eutelsat fue la justificación ante Intelsat para crear un sistema europeo de telecomunicaciones satelitales, pero cuando Intelsat intentó impedir que creciera la actividad espacial el Europa, se buscó invalidar sus acuerdos. 
Las difíciles circunstancias económicas en México hicieron que la adquisición del primer sistema satelital mexicano en telecomunicación fuera de gran controversia. Esto debido e a  las difíciles circunstancias económicas en que se desarrolló el sistema y a la falta de información al público y de políticas  para su uso. El caso de México es muy interesante porque muestra  la dependencia estructural  en el desarrollo de un sistema nacional de satélites. 
La creciente población y la mayor demanda, así como el aumento del número de países que firmaron acuerdos de telecomunicación con México, llevó al país a tomar la decisión de construir otra estación terrena para recepción de satélites en 1975. En 1979 los procedimientos empezaron en la UIT para adquirir ranuras orbitales en la órbita estacionaria para un satélite mexicano. Las estaciones terrenas Tulancingo II y III se terminaron en 1980.
Tulancingo III se construyó específicamente para una compañía privada de transmisión con el objeto de enviar y recibir señales de televisión entre el sur de Estados Unidos y el país. Hasta este punto, el uso que México hizo de la tecnología satelital se limitó al arrendamiento de Intelsat y de otros transpondedores de Estados Unidos. La distribución de estas señales sé hacia a través de la Red Nacional de Microondas. 

LA DOMINACIÓN CULTURAL
El imperialismo cultural se dio por la existencia de un desequilibrio y desigualdadentre  el flujo de información de los medios. Como vimos en los anteriores apartados, la agencias informativas tenían un papel predominante en los medios de nuestro país. Aunque con la creación de las agencias mexicanas se intentó competir y nivelas esa situación, lo cierto es que la cantidad de países y corresponsales siempre las llevan en desventaja. 
En el siguiente apartado vemos como los países poderosos controlan las estructuras y las tecnologías en comunicaciones a nivel mundial, pudiéndolo comprobar con Intelsat el cual ha bombardeado a todo el planeta con el modelo cultural Estadounidense. Nuestro país siempre se ha mostrado dependiente en telecomunicaciones de los avanzados tecnológicamente. 

BIBLIOGRAFIA
FERNÁNDEZ, Claudia, El tigre, Emilio Azcárraga y su imperio Televisa, Grijalbo-Mondadori, México 2001.
García Moreno, Víctor Carlos, Los Satélites y el derecho internacional, Biblioteca Juridica de la UNAM. 
ESTEINOU, J. El sistema de satélites Morelos y la sociedad mexicana, Cuadernos del Centro de Servicio y Promoción Social, Serie Investigación, núm. 9, Universidad Iberoamericana, México, 1989.
FADUL, L.; FERNÁNDEZ, F. y SCHMUCLER, H. Satélites de comunicación en México, en GALL, R., et al, Las actividades espaciales en México. Una revisión crítica. La ciencia desde México, Fondo de Cultura Económica, México, 1986.

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