Diferencias fundamentales entre legalidad y legitimidad
LEGALIDAD Y LEGITIMIDAD
El poder del Estado debe regularse a fin de que las decisiones que éste tome y las órdenes que dicte se reconozcan como válidas y por tanto sean obedecidas. Pero esto no debe de funcionar porque existen las sanciones sino porque existe el convencimiento por parte de los ciudadanos de que quien las toma, tiene derecho a hacerlo, es decir tiene un poder legítimo.
La legitimidad del poder del Estado presupone su legalidad, o sea la existencia de un ordenamiento jurídico de conformidad con el cual se ejerce el poder político. Estos conceptos son temas de reflexión política ya que designa una cualidad de combinación entre los gobernados y los gobernantes.
La legitimidad tiene dos aseveraciones, el que tiene el poder tiene derecho a ejercerlo y quien lo asume actúa respetando las reglas prescritas para dicha acción. Para el ciudadano la legalidad y legitimidad son lo que sustenta su deber de someterse al Estado, pero a la vez es garantía de su derecho a no ser tratado arbitrariamente. Más estos vínculos de correspondencia nacieron en los Estados modernos, en los Estados de derecho.
Weber propuso una clasificación de las diversas formas en que ha legitimado el poder político a lo largo de la historia: la tradicional, carismática y racional. La primera parte de las tradiciones, la segunda en las cualidades de quien tiene el poder y la última en la creencia en la legalidad de los ordenamientos estatuidos y en la adecuación a estos por parte de quien manda. Como un pequeño paréntesis debido a estas formas de legitimar el poder, uniéndolo a nuestra historia mexicana de los sesentas y setentas, en el libro Tragicomedia Mexicana nos habla de la sucesión del poder presidencial: Echeverría ejercía la tradición de su tapado con el siguiente presidente, el cual escogió carismáticamente por ser su amigo.
Continuando con el tema, la legitimidad racional que parte de la legalidad es característico de las sociedades modernas ya que los mandatos no se dan en base a una autoridad personal, (Echeverría ¿?) , ya que el hecho de mandar no constituye una obediencia al orden normativo y no a una decisión arbitraria.
Más en la era moderna, la legitimidad y legalidad solamente se ven equivalentes en la legitimidad racional legal. Pero el fundamento de toda legitimidad radica en la creencia de ello en ambos lados de la moneda, es decir, por el que manda o los que mandan. Debe de estar sustentada en los dominados porque la creencia de la legalidad no es un acto mecánico, sino que descansa en los hábitos.
Aunque muchas veces los valores que pone Weber son valores muy generales, del tipo ideal, a manera de verdades generales del todo o nada y lo que podemos ver en la práctica los sistemas políticos nunca son totalmente legítimos o absolutamente ilegítimos.
Las reglas en nuestras democracias contemporáneas aunque tienen un referente legal que le den un valor de legitimidad, ya que en base a ella se imponen límites, se definen derechos y obligaciones al conjunto de actores en juego.
Bobbio establece las diferencias de los dos términos:
1. Legitimidad se requiere al requisito de titularidad del poder, es decir, del sujeto para actuar con autoridad y realizar actos de poder. De corte formal demanda un procedimiento a seguir señalado en normas positivas.
2. La legalidad es el requisito del ejercicio del poder, es decir, el sujeto para actuar con autoridad, ha de respetar las reglas prescritas para esa acción, a un ejercicio específico determinado del poder. Concretamente al que se corresponde con el modelo conocido como estado de derecho.
La legitimidad sería aquella propiedad que se predica de una autoridad legítima, esta se adquiere, pero también se pierde, se acrecienta o debilita. Se encuentra íntimamente relacionada con un alto grado de credibilidad de la población en sus autoridades y en una significativa disposición a obedecer la normatividad que la autoridad produzca.
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