Información Política. Técnica de expresión


La información política es considerada la fuente más importante en los medios de comunicación, suele ser el centro de rotativos y medios electrónicos; no sólo por su trascendencia social, sino porque genera mayores ingresos económicos a los medios.

No perdamos de vista que los medios de comunicación son empresas que se sostienen de las percepciones que reciben, en considerable medida por las inserciones políticas.

En la función diaria de los mass media, la información política implica afectaciones al medio de comunicación como mediador entre el sistema político y el medio social.

Es común escuchar que la prensa es el cuarto poder, que los candidatos a puestos de elección logran la victoria por sus campañas publicitarias en los medios de comunicación, o que los grandes consorcios mediáticos responden a intereses de los sectores poderosos de la sociedad al tergiversar información y disfrazar u ocultar la realidad.

Diezhandino sostiene que el poder político se ha convertido en una distracción. Las campañas políticas – critica-, son un espectáculo. La política es más “imagen” que política, lo cual transforma a los periodistas que se dedican a este tipo de informaciones en verdaderos expertos en averiguar “lo que hay detrás de la imagen”.

No obstante, la profesora Adriana Solórzano Fuentes, advierte que el estudio de los efectos de los medios de comunicación ha sido tradicionalmente uno de los ejes centrales de investigadores de todo el mundo. Mucho tiempo ha pasado desde el surgimiento de la teoría que magnificaba la influencia y poder de los medios, y aunque ahora parece haber consenso en aceptar que éstos no inciden sobre una masa dispuesta a absorber pasivamente los contenidos, la visión de los medios como todopoderosos no ha terminado de erradicarse. 

Son quizá los políticos los personajes públicos que dan mayor importancia a los medios de comunicación; sobre todo en tiempos de campaña electoral, situación por la cual buscan un permanente acercamiento con los representantes de los medios de comunicación. 

Pese a esta aparente mancuerna entre periodistas y políticos esta relación se ha convertido en, lo que Scanella[1] llama “un juego de listones” en la que político y periodista se disputan la iniciativa y los factores de la opinión pública. La desconfianza mutua es la ley más habitual. Los políticos se sienten manipulados por los periodistas y los periodistas sienten lo mismo de los políticos. 

Mediante una analogía Scherer señala “la sangre del político no es igual a la sangre del periodista. Corren por venas distintas y alimentan organismos distintos. No hay manera de unir sus torrentes sin envenenarlos”. Políticos y periodistas se buscan unos a otros, se rechazan, vuelven a encontrarse para tornar en discrepancias. Son especies que se repelen y se necesitan para vivir. Los políticos trabajan para lo factible en tierras subterráneas; los periodistas, trabajan para lo deseable, hundidos en la realidad. Entre ellos el matrimonio es imposible, pero inevitable el amasiato.[2]

Es necesario reconocer que hasta hace algunos años las instituciones políticas intentaban evitar los canales de comunicación entre la sociedad y el Estado. Actualmente, las corrientes políticas, sean como sean, están sustentadas en su apoyo en los canales informativos, necesitan información sobre su actividad para convencer o controlar totalmente la información. Por tanto, cualquier tipo de estado necesita disponer de medios que canalicen la información política y también necesita disponer de información sobre la sociedad a la que vayan dirigidos. Hay una doble necesidad de entrada y salida de información.

Ahora los escenarios son otros. En un afán persuasivo, resulta habitual, por ejemplo, que un grupo político que desea ocultar algo lance una explosiva noticia sobre cualquier tema para que los periodistas corran sobre esa noticia en lugar de investigar lo que se trata de ocultar.

Es por ello que la fuente política reclama experiencia en el reportero, ya que el periodismo político se enfrenta a prácticas que cada vez son más habituales.

Es común detectar que la esfera política lance un tema cuando se trata de tapar otro: los políticos y sus gabinetes de prensa saben perfectamente que no hay nada peor que un periodista de la fuente política aburrido o con tiempo para ponerse a pensar o investigar por su cuenta. De ahí que las “cortinas de humo” sean una práctica cotidiana en el periodismo internacional.

Desde que existen los medios de comunicación no hay lugar para la contradicción estructural, entre el sistema político y el comunicativo. Numerosos ejemplos históricos muestran que, a la larga, se termina produciendo un ajuste entre la organización sociopolítica y la organización de la producción comunicativa de masas.

La necesidad de un ajuste entre el ordenamiento institucional que caracteriza al sistema político y el que caracteriza al sistema de comunicación de masas no supone necesariamente que entre ambas desaparezcan los conflictos de intereses. La oportunidad de que esos conflictos entre instituciones se reconozcan y manifiesten públicamente es, precisamente, una de las formas principales, más difundidas y eficaces, de acoplar el funcionamiento de las diversas estructuras del poder.

Luhmann afirma que los medios de comunicación son el reflejo de la sociedad. Y el modo en el que se entiende a la comunicación, es el modo en el que se entiende a la sociedad[3]. La comunicación es de suma importancia para la supervivencia del ser humano, pues la información que extrae a su medio ambiente y su facultad de transmitir mensajes serán claves para sacar ventaja de su modo de vida. 

Sobre la actuación que desarrollan los medios de comunicación en la sociedad, Luigi Ferrajoli sostiene que la concentración de la propiedad de los medios de información no sólo equivale a un poder privado –el poder del propietario- capaz de limitar la libertad de expresión (el derecho a la información en su primer significado). También es un poder político, probablemente el más penetrante e insidioso, que se utiliza para promover intereses mediante la desinformación y la propaganda. 

Los receptores están sobresaturados de información. Se trata de unos contenidos informativos susceptibles de ser contaminados, por eso la labor del periodista es importante. Es la única persona capaz de manejar todos esos datos y convertirlos en información útil mediante la verificación, la selección, ordenación y presentación de esos datos.

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