Nuevo Orden Informativo Internacional (NOII
El debate por el Nuevo Orden Informativo Internacional (NOII) recorrió tres etapas: la primera, que va de 1973 a 1975, caracterizada por el surgimiento y estructuración de la demanda de un nuevo ordenamiento de la información, a partir de la problemática del “libre flujo”; la segunda, de 1975 a 1977, pasa de la exposición crítica a la acción; y la tercera, de 1977 a 1989, caracterizada por la adopción del tema por parte de la Unesco, la conformación de una Comisión para el estudio de la situación mundial prevaleciente en el campo de las comunicaciones, y la proclamación de 12 puntos para llegar a un Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC). La del 70 resultó ser una década de fuego en el campo de la comunicación. Nunca como entonces fue ella objeto de un candente y fragoso debate internacional. Detonante de éste fue en 1972 una proposición de la Unión Soviética para que la Unesco aprobara una resolución sobre el papel de los medios masivos en pro de la paz y del respeto a los derechos humanos, así como en contra del racismo. Frustrada cinco años consecutivos por la firme reacción norteamericana, la proposición generó ácido conflicto en todo ese período.
En la década de 1970. En ese año la Conferencia General de la UNESCO reconoció por primera vez que era necesario formular y aplicar “políticas nacionales de comunicación” para normar el desarrollo de este campo de actividad; autorizó, por tanto, a su Director General, René Maheu, a apoyar a los Estados Miembros para que lo hicieran. Y en esa misma asamblea multigubernamental el Ministro de Información de la India cuestionó, también por primera vez, la validez del principio de “libre flujo de la información” que la UNESCO era responsable de aplicar desde su creación. Aunque la importancia de esos dos hechos no fue advertida entonces, ellos constituyeron el momento raigal de aquella confrontación.
En septiembre de 1973, mientras en Chile se destruía la democracia más estable de América Latina, la IV Conferencia del Movimiento de Países No Alineados, reunida en Argel, adoptaba las propuestas de un Nuevo Orden Económico Internacional (NOEI) y de un Nuevo Orden Internacional de la Información (NOII). El Tercer Mundo demanda una revisión y solución al desequilibrio informativo internacional, con una visión crítica con respecto a la concentración del poder en la escena internacional, donde la hegemonía del Norte se cimentaba en las transnacionales con un intercambio desigual de una red de agencias informativas, tanto de Estados Unidos como de Europa occidental, que en conjunto monopolizaban los flujos informativos entre los países
Este debate por el Nuevo Orden Informativo Internacional tiene tres etapas:
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) acogió la iniciativa del NOII y en 1976 convocó en Costa Rica a la Primera Conferencia Internacional sobre Políticas Nacionales de Comunicación. A partir de las recomendaciones de este encuentro internacional, la propia Unesco creó la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación, presidida por el ex canciller irlandés y ex Premio Nobel de la Paz (1974) Sean MacBride, integrada por personalidades de 15 países industrializados y en desarrollo. En el grupo hubo dos latinoamericanos, el México-colombiano Gabriel García Márquez y el chileno Juan Somavía.
La comisión finalizó su labor en diciembre de 1979 tras dos años de trabajo y en febrero del siguiente año Mac Bride entregó, en inglés y francés, el informe con su nombre. Donde trata sobre 5 grandes apartados: comunicación y sociedad donde analiza la interacción de la comunicación en la sociedad, la comunicación hoy, la problemática, cuadro institucional profesional y por último la comunicación mañana. Además de 12 puntos donde descansaría el Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación (NOMIC) como son:
La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) acogió la iniciativa del NOII y en 1976 convocó en Costa Rica a la Primera Conferencia Internacional sobre Políticas Nacionales de Comunicación. A partir de las recomendaciones de este encuentro internacional, la propia Unesco creó la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación, presidida por el ex canciller irlandés y ex Premio Nobel de la Paz (1974) Sean MacBride, integrada por personalidades de 15 países industrializados y en desarrollo. En el grupo hubo dos latinoamericanos, el México-colombiano Gabriel García Márquez y el chileno Juan Somavía.
Pero lo que prendió la mecha del incendio a escala mundial sobre la materia fue la determinación del entonces pujante Movimiento de los Países No Alineados, proclamada inicialmente en Argel en 1973, de forjar un "Nuevo Orden Internacional de la Economía" aparejado con un "Nuevo Orden Internacional de la Información". En cuanto a lo primero, el planteamiento buscaba "descolonizar" el régimen económico que sometía a los países de menor desarrollo, la mayoría de la humanidad, a la hegemonía financiera y política de los países de mayor desarrollo, la minoría de la humanidad. Respecto de lo segundo, lo que se proponía era corregir el marcado desequilibrio prevaleciente en la posesión y manejo de los recursos de la información que favorecía a los países avanzados en desmedro de los rezagados. Denunciaron estos una concentración de grado extremo del poder comunicativo en manos de los Estados Unidos de América y de los países de Europa Occidental. Ello en términos de disponibilidad de medios masivos y de acceso a modernas tecnologías de comunicación, así como en sentido del número, la escala y alcance de agencias noticiosas, empresas publicitarias y servicios propagandísticos. Tal régimen oligopólico de comunicación, señalaron los denunciantes, demostraba que el ponderado "libre flujo de la información" venía a ser nominal y que los contenidos de esa información desfavorecían a los países pobres, desdibujando sus realidades y debilitando sus identidades. Así, a la dependencia económica se sumaba la dominación cultural. Y, por tanto, para desmontar esa configuración "neocolonial" de las relaciones internacionales, había que reformar ambos órdenes injustos y perjudiciales.
La Unesco recibe mandato del NOII
La lucha de los no alineados por lograr ese cambio llegó al punto de conflagración, a principios de la segunda mitad de la década, cuando la oposición al mismo por parte de las potencias occidentales se puso de manifiesto. A lo largo de 1976 las voces propiciadoras del nuevo orden informativo se hicieron estentóreas en Túnez, Nueva Delhi, Colombo, Lima y Nairobi, entre otras plazas. Respaldada por el Grupo de los 77, la propuesta innovadora fue acogida por la Asamblea General de las Naciones Unidas y la Unesco recibió el mandato de apoyar la creación del nuevo orden. Por otra parte, también en 1976 la Unesco patrocinó en Costa Rica la Primera Conferencia Intergubernamental sobre Políticas Nacionales de Comunicación bajo el fuego graneado de la Sociedad Interamericana de Prensa que se opuso a su realización. En noviembre del 76, en la Conferencia General de la Unesco, realizada por primera vez fuera de su sede, se produjo el choque frontal de las posiciones antagónicas. En 1977 las grandes organizaciones empresariales y agrupaciones profesionales de la comunicación de Occidente desataron internacionalmente una drástica y tenaz campaña contra la idea del NOII, por considerarla atentatoria contra la libertad de información y opuesta a la democracia. La combustividad aumentó con ello a tal punto que la Unesco apeló en aquel mismo año a una fórmula conciliatoria en pos del apacigüamiento: estableció una Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de Comunicación, grupo multinacional y pluralista de expertos que, por el apellido de su presidente, llegó a conocerse simplemente como la Comisión McBride. En la Conferencia general de la Unesco en 1978 los contendientes arribaron, mucho más por la vía de facto que por la declarativa, a una suspensión de hostilidades que no sólo permitió aprobar, con ajustes, aquella proposición soviética sobre el papel de los medios sino que, en reconocimiento de la disparidad tecnológica entre países desarrollados y subdesarrollados, hizo posible establecer aliviatoriamente un Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación (PIDC). Pese a esta suerte de avenimiento, Estados Unidos y Gran Bretaña irían a retirarse más tarde de la Unesco.
Informe McBride
En Belgrado en 1980 la Comisión McBride presentó su informe final a la Conferencia General de la Unesco, mereciendo aprobación con muy pocas reservas de algunos Estados miembros. Bien documentado y escrito con profundidad y ponderación, este estudio - que marcó un hito en la historia de la comunicación - convalidó claramente en sus recomendaciones los planteamientos renovadores hechos por los países del "Tercer Mundo" en pos de la equidad.
En lo que pareciera haber sido el último grito de guerra, un congreso de editores, productores y dueños de los principales medios de comunicación occidentales reiteró, en Talloires, Francia, en 1981, su militante oposición al planteamiento del NOII. Por inversa, para entonces el Movimiento de los Países No Alineados ya había comenzado a decaer y, aunque no abandonó su prédica mientras pudo subsistir, no mostró ni organización ni bríos para seguir librando la titánica batalla que emprendiera por la conquista del nuevo orden con que había soñado. Y, al propio tiempo, la Unesco tuvo que dejar de ser el ángel guardián de aquel soñar. En la esfera latinoamericana, la Iglesia Católica propuso - mediante un seminario de expertos en 1982 en Embú, Brasil - la prosecución del empeño. Y aún diez años más tarde reuniones profesionales en la región siguieron abogando por la reforma democratizante. En cambio, luego de intentos fallidos en Venezuela y México, nadie más se atrevió a tratar de instaurar políticas nacionales de comunicación. Los contenidos de las grandes agencias son cuestionados por las naciones que se declaran “No alineadas” a alguno de los dos bloques, denunciando una dominación cultural por la información de las agencias y exigieron un nuevo orden mundial de la información que abriera las puertas a los medios de prensa nacionales, que hasta ese momento se habían visto opacados por los grandes monopolios informativos.
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